Monday, November 4, 2024

La pólvora entra en juego. Análisis: G. Parker, “La revolución de la pólvora”, en G. Parker (ed.), Historia de la guerra, Madrid: Akal, 2010, pp. 107-119.

La revolución de la pólvora, obra del autor Geoffrey Parker, ofrece una visión general y análisis de la historia de la guerra, en la que abarca desde la antigüedad hasta los sucesos de la edad contemporánea. Se trata de una obra académica, pero no se limita estrictamente al enfoque universitario, sino en proporcionar una comprensión amplia y accesible del tema para aquellos lectores que puedan interesarles la historia militar y no estén especializados en el tema.

La introducción de la pólvora permitió que las armas de fuego marcasen la diferencia en guerras totalmente diferentes con edificaciones más sofisticadas de difícil ataque, asedios largos y costosos y armas capaces de hasta perforar los muros de infraestructuras desarrollando unas guerras más técnicas.

La estructuración que realiza el autor es explícita, trasmitiendo al receptor la información directamente y estructurando este sexto capítulo de La revolución de la pólvora en dos subapartados nombrados como “El auge de las armas de fuego”, centrado en los diferentes tipos de armas usadas y su origen y luego se encuentra “Defensa de estilo italiano” donde se explican los distintos tipos de fortificaciones y la importancia que tuvo en Italia.

Por una parte, la pólvora se descubre en el siglo IX y los ejércitos de la dinastía Sung empiezan a crear bombardas y granadas de metal durante el siglo XII. Sin embargo, las armas de fuego no llegan a Europa hasta el siglo XV como podemos ver en los cañones usados ​​para la Guerra de los Cien Años por parte de Francia. La primera referencia como tal de armas de fuego es en el inventario del arsenal de Perugia del año 1364, que contaba con quinientas bombardas. No obstante, los fundíbulos y otras máquinas lanzan piedras seguirán utilizándose hasta el siglo XV, debido al alto costo que suponían armas crear de fuego.


Imagen de un fundíbulo tomada de wikipedia

Asimismo, estas armas de fuego dotaban a los ejércitos de superioridad y fuerza, como fue el caso de la conquista de Britania por Francia o la conquista de Granada por el ejército castellano. Dicho esto, en la década de 1480 se empiezan a ver los primeros arcabuces y mosquetes, de corta y larga distancia respectivamente y con una recarga lenta realizada por el cañón. Además, las primeras armas tenían poco alcance, 90 metros, por lo que se aumentó el alcance y la salida del proyecto para que fuera más eficaz y seguro. También se desarrollaron proyectiles de hierro o plomo para dañar más y preparación de la pólvora en pequeños gránulos para un transporte más cómodo y utilización eficaz. Además, el hierro va a ser sustituido por el bronce a pesar de menos y disponiendo de una mayor agilidad.

Imagen de un arcabuz tomada de wikipedia

Imagen de un mosquete tomada de wikcionario

Las armas de gran calibre eran capaces de perforar muros como fue el caso de la sublevación de Irlanda en 1641 que desarrolla una estrategia de perforar muros con cañones y disparos progresivos con culebrina. No obstante, transportar estos cañones o la caballería pesada tenían un riesgo al ir al denominado “paso a tortuga” y tener que ir siempre protegidos y por rutas seguras.

Por otra parte, las defensas de las fortalezas medievales van a ver sirenas por estas armas de fuego. Los trazos de las ciudadelas van a ser irregulares en forma de estrella para facilitar el fuego cruzado, según León Battista Alberti. Estas defensas van a verso reforzadas con el sistema de bastiones italianos, que consistía en una reestructuración de las murallas como pasó en la ciudadela de Amberes. Además, los bastiones tenían un gran coste y las murallas había que rebajarlas en altura y ensancharlas. Esta estrategia de bastiones va a estar expandida por Italia, Francia y Países Bajos desde el 1550. El aspecto positivo de estos bastiones es que el ejército atacante tardaba meses en capturarlo. Por ello, tener un bastión artillado era sinónimo de victoria. No obstante, surgirán herramientas para acabar con los bastiones como bombardear los muros a corta distancia con trincheras e introducir minas de pólvora bajo el bastión.


Imagen de la ciudadela de Amberes, dónde podemos ver su trazado y el sistema de bastiones, tomada de wikibrief

Además, las armas de fuego y estas defensas van a ser muy costosas y el gasto bélico va a aumentar. En el siglo XVI hubo una inflación, la cual produjo el encarecimiento de estas armas. Por ello, las comunidades van a pagar su defensa como la de Amberes, pero también habrá beneficios de banqueros y prestamistas ajenos. Esto se debe a que no disponer de estas herramientas militares era sinónimo de fracaso y de poder ser atacado sin poder responder correctamente al enemigo.

La tesis principal del autor es la adopción generalizada de la pólvora como arma propulsora de proyectiles que cambiaron la estrategia y naturaleza de las guerras del momento. Geoffrey Parker utiliza una metodología histórica basada en el análisis crítico de fuentes primarias y secundarias para comprender la industria, sociología y militarización de la época. Además, utiliza aclaraciones e ideas de otros investigadores del tema, testimonios de personas de la época, mapas y ejemplos prácticos para entender y completar la lectura. Por todo ello, es una lectura muy completa que hace posible la adquisición de conocimientos específicos del tema armamentístico gracias a una argumentación sólida y con unos datos que nos acercan con exactitud a la verdadera revolución de la pólvora.

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